Suegra borracha
Fecha: 28/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos
... suegra, que terminaba de poner los platos en el lavavajillas. Por un momento pensó en acercarse a echarle una mano, pero lo descartó. Seguía teniendo la sensación de que Sandra estaba algo resentida, a pesar de su insinuación al tocarle el paquete al llegar a casa, que no quería volver a repetir la sesión de folleteo. Seguramente le bastaba con follar con su vecino. Lo de cepillarse a su yerno, aparte de ser bastante más pecaminoso, supondría cornear por partida doble a su marido y a su hija. Lo de su marido podría tener un pase (Ricardo era un estúpido integral y eso hasta Sandra parecía tenerlo claro) pero su pobre hija… Bueno, ¡qué culpa tenía ella de que su marido fuera un crápula irresponsable! No estaba nada bien que su propia madre pusiera en riesgo su matrimonio.
Más o menos, lo que se cuenta en el párrafo precedente venía a ser el batiburrillo de confusos pensamientos que se agolpaban en la mente de Jorge. Rumiando eso estaba, cuando Sandra entró en el salón y, susurrando para no despertar a los durmientes, dijo:
—Jorge, Jorge…
Jorge, sorprendido, se giró hacia ella que se estaba limpiando las manos con un trapo de cocina y le llamaba desde la entrada.
—¡Ah, Sandra! Dime, ¿qué tal? Me estoy quedando frito…
—Anda, ven un momento a la habitación para ver si me puedes ayudar a bajar una caja del altillo del armario.
Jorge, sorprendido, se levantó sin expectativas. Ni la voz, ni el atuendo (bata casera antilujuria), ni la actitud de Sandra, le hacían ...
... albergar la menor esperanza. Y, con aquellas marmotas sobando a escasos metros del dormitorio, estaba claro que la petición no era más que lo que era: una solicitud de ayuda lisa y llanamente.
Y, cuando al entrar en el dormitorio, una habitación bastante hortera con una decoración rosa horrenda y una cama más bien pequeña, su suegra le dijo «no cierres, Jorge, deja abierto», las esperanzas del chico se desvanecieron.
Claro que, cuando la guarra añadió:
—Es mejor que la puerta esté abierta, así podremos oír si se despiertan —Jorge recuperó la ilusión.
Sandra empujó a Jorge hasta sentarlo sobre la cama, cogió un cojín y, tras arrodillarse entre sus piernas, sacó la mustia polla de su yerno que, instantáneamente, al notar el calorcillo de la cerda, se puso como un garrote.
Jorge trataba de contener los gemidos, tanto que se podía oír a la perfección el húmedo chapoteo de la ensalivaba y babosa mamada que le estaba proporcionando la puta. La cerda se había preparado bien el tema. Había colocado una toalla bajo las piernas de Jorge para ir enjugando el chorro de babas que chorreaba desde la polla y los cojones del afortunado joven.
Mientras Jorge afinaba el oído, bastante asustado por si alguno de los durmientes en el cercano salón se despertaba, y respiraba con un jadeo entrecortado, observando el trabajo fino que la guarra de Sandra le estaba realizando (se notaba que Martín la había adiestrado a base de bien, ¡el afortunado cabrón!), su excitación se duplicó en ...