Suegra borracha
Fecha: 28/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos
... el momento en que la puerca levantó la vista para hacer contacto visual con él y, con una mirada de vicio de las que hacen época, le sujetó los cojones para notar el momento en el que Jorge, vencida ya toda su resistencia, no pudo contenerse más y vació su depósito en la anhelante boca de aquel pedazo de cerda.
—¡Uuuuuggggg! —un rugido ahogado, los ojos en blanco y un desmadejamiento general de su cuerpo, acompañó la tremenda eyaculación de Jorge.
Por suerte, en el salón, el sonido bajito de la tele y los tremendos ronquidos del cornudo, evitaron que su mujer pudiera oír el berrido del joven.
Sandra prosiguió la mamada mientras la polla, despacio, fue perdiendo rigidez. Después, mostró su trofeo a su macho, abriendo la boca para que Jorge comprobase, sin trampas, ni cartón, como deglutía aquel delicioso manjar.
Luego, trabajosamente, se levantó y, tras frotarse las doloridas rodillas, dijo:
—¡Venga, guapete! Vamos a despertar a tu mujer que ya va siendo hora de que os vayáis para casa.
—¡Buffff! Sí… ¡joder! —respondió un satisfecho Jorge mientras se abrochaba los pantalones.
—¿Te ha gustado?
—Vaya, ¿a ti que te parece?
—Pues ya sabes. A ver si nos vemos más, ¿no? Tienes que cuidar más a tu mamá política, eh.
—Claro, claro, putilla, creía que estabas enfadada, por eso no te había dicho nada… —al tiempo que hablaba, Jorge, le palmeó las nalgas y la mujer se dejó hacer entre risitas.
—¿Enfadada? Ni mucho menos. Encantada es lo que estoy. Lo ...
... que pasa es que tenemos que hacer bien las cosas. Como hoy. Garantizar que el cornudo está como un tronco y, a poder ser, no darle un disgusto a tu querida esposa, ¿no?
—Claro, claro. Ni tampoco al cornudo de Ricardo…
—¿A Ricardo? A Ricardo le pueden dar mucho por el culo. A fin de cuentas me ha tenido durante años a palo seco. Por mi como si lo operan. Pero tampoco se trata de que nos amargue un polvo montando un numerito plañidero, ¿no?
—¡Vaya víbora estás hecha!
Una sonora carcajada cerró la conversación mientras Sandra entraba en el salón y, dulcemente, despertaba a su hija y le indicaba que sería mejor que fueran saliendo si no querían pillar caravana.
Poco después, Sandra organizó su tiempo para disfrutar de polvos casi todos los días. Los lunes y los miércoles follaba con Martín, su vecino y, casi siempre, dormía en su casa, para desesperación de Ricardo que mantenía en secreto esas ausencias de su mujer, tan difíciles de explicar a cualquier oyente medianamente objetivo. Los martes y los jueves abandonó las clases de pilates, sustituyéndolas por las visitas de Jorge para echar un polvo. Su yerno se negó a ir a ningún hotel o similar y exigió, si Sandra quería que se la follase, hacerlo en el dormitorio matrimonial. Le ponía tremendamente cachondo follarse a la jamona en el mismo catre donde, más tarde se iba a acostar el pobre cornudo. «¡Cosas de jóvenes!», pensó Sandra, que habría preferido algo más discreto. La mujer no tenía muy claro cómo iba a ...