Suegra borracha
Fecha: 28/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos
... levantó la cabeza agarrándola del pelo.
—¡Eh, suegra, putilla…! ¿Dice mi amigo que estás cachonda? —dejó de tutearla. Lógico, teniendo en cuenta sus intenciones.
Un absurdo e inconexo gemido, acompañado de una absurda sonrisa y un intento de abrir los ojos y mirar a su yerno, fueron tomados por Jorge como una afirmación a su pregunta. De modo que, ni corto, ni perezoso, metiendo cómo pudo la cabeza entre los asientos delanteros le pegó un lametón a la cara de la mujer, que acrecentó su estúpida sonrisa. Jorge notó el sabor salado de su cara, seguramente de sudar cuando estaba bailando y procedió a pegarle un intenso morreo que la mujer, medio aturdida le devolvió con dificultad por su postura. La mujer entrelazó la lengua con la de su yerno y se dejó explorar la boca por la del chico que le dio un intenso repaso. Al mismo tiempo empezó a palpar las tetazas y a masajearle los pezones, bastante tiesos y que se distinguían perfectamente a través del sujetador y la camiseta.
—¡Joder, suegra, me estás poniendo el rabo como un poste! Hoy no te libras de un buen revolcón, cabrona.
La mujer, que seguramente no entendía ni lo que le estaban diciendo, asintió entre risitas y, relajada, se recostó hacia atrás dejando que el aire de la calle la refrescase mientras uno de los chicos le sobaba el coño y el otro le masajeaba las tetas. Sí, estaba a punto.
3. El piso del vecino
Antes de subir al piso, Martín se fijó, mirando las ventanas de la vivienda de Sandra, que la ...
... luz del salón estaba encendida. Seguramente Ricardo, el abnegado esposo de la jamona, estaba esperando la llegada de la mujer para irse juntos al lecho conyugal. Martín fantaseó conque el pobre tipo quizá estuviera cachondo y deseoso de follarse a la jaca que tenía por esposa, aprovechando aquello de sábado sabadete. Pero pronto desechó la idea al pensar en la pinta (y actitud) de gilipollas que tenía el pobre infeliz, un aspirante a cornudo de manual. Y eso era lo que iban a hacer minutos después tanto Martín como Jorge, el entrañable yerno de Sandra, taladrar a fondo a la puerca para que el bueno de Ricardo pudiera ostentar orgulloso la cornamenta con la que le iba a obsequiar la putilla de su esposa.
Al bajar del ascensor, Sandra, todavía vacilante, hizo un amago de dirigirse hacia su puerta. Quizá como un acto reflejo o un ligero rescoldo de decencia que persistía a pesar de la borrachera y de que su empapado coño pedía rabo a gritos.
Fue Jorge el que, agarrándola con fuerza del cuello, la recondujo hacía la puerta de Martín.
—¡Vamos, venga, venga, suegra, no te escaquees, que tienes que terminar lo que has empezado!
—¡Eeeh…! ¿Có… cómo…? —acertó a preguntar la buena mujer con la boca pastosa.
—¡Tira para adentro, guarrilla! —Esa fue toda la explicación que recibió, acompañada de un fuerte manotazo en el pandero que la hizo trastabillar y la introdujo en el piso de soltero de Martín. Un picadero perfecto.
Menos de cinco minutos después, la jamona estaba ...