Las obsesiones inconfesables de mi hijo (3) - Relatos Eróticos

Las obsesiones inconfesables de mi hijo (3)

... la puerta de la habitación.

- Cariño, soy tu abuela, pero soy una persona comprensiva, no te de corte enseñarme los ejercicios que te ha mandado la doctora, si hablamos en voz baja tu madre no se va a enterar de nada, que seguro está más que dormida- le susurraba a mi hijo.

- Si mamá se entera nos mata – añadió mi hijo.

Unos segundos de silencio siguieron hasta que oí de nuevo a mi suegra.

- ¡Madre mía cariño!, desde luego has salido bien dotado.

- Tú tranquilo, despacio, intenta relajarte, se te ve muy excitado, intenta con los dedos hacer un anillo y apretar sobre la base de tu pene- continuó mi suegra.

Estaba alucinando con lo que estaba oyendo mi suegra estaba en la habitación guiando y aconsejando a Luís, el cual empezaba a gemir.

- ¿En quién estás pensando, cielo?- le oí decir a mi suegra.

- En ti abuela- le contestó Luís.

- ¿Te gustaría ver mis pechos?.

- Sí, abuela – la excitación de Luís subía de tono.

- Con una condición, si notas que te llega el orgasmo, paras, recuerda tienes que hacer cuatro intentonas antes de correrte. ¿De acuerdo?- le ordenó Carmen.

- Si consigues llegar a la tercera, te enseño, algo más como premio- animaba Carmen a Luís.

Mi cuerpo oyendo esta conversación, se revolucionaba aunque me parecía totalmente indecoroso que su abuela estuviera ayudando de esta forma a su nieto pero no podía evitar notaba mis pezones duros y mi entrepierna húmeda.

Salí al patio, pues la ventana de la habitación de Luís daba ...

... allí y pude observar a mi hijo sentado en su cama con el libro que habíamos comprado sobre la cama observando a su abuela que estaba sentada frente a él con la bata abierta mostrándole sus pechos ligeramente caídos pero que para su edad se mantenían bien puestos con una aureola amplia y oscura y pezones gordos observando el movimiento lento de la mano de mi hijo sobre su polla, entremezclado con gemidos que se filtraban en el silencio de la noche.

No pude evitar mi mano derecha se desplazara a mis pechos empezando a amasarlos sobre la tela de mi camisón, la noche era cálida y más si cabe observando la escena, la doctora me recomendó incitar a mi hijo de forma disimulada para ver hasta donde aguantaba su excitación y si era capaz de controlarla, pero lo que no contaba es que se añadiría mi suegra en este juego y que al final fuera yo la que terminara tremendamente caliente.

- Estás haciéndolo muy bien cielo, vamos a subir de nivel- le oí decir a Carmen.

- ¿De verdad abuela?- la voz de mi hijo sonaba excitada y entrecortada.

Observé como Carmen abría las piernas mostrando su braga negra cubriendo su entrepierna para posteriormente levantarse y desprenderse de ella y volver a sentarse, una ligera mata blanca adornaba su coño, mi hijo no perdía detalle de los movimientos de su abuela.

- Ufff abuela, estoy muy caliente no sé si voy a poder aguantar tanto.

- Despacio mi niño, intenta parar para evitar la eyaculación y cuando te notes calmado vuelve a empezar.

Mi ...