Mi hermana siempre estuvo más buena que yo - Relatos Eróticos

Mi hermana siempre estuvo más buena que yo

... Clara?

–Hay que ver la zona afectada –le corté yo, que ni corta ni perezosa le bajé el bañador, mientras que justo cuando lo hacía le pinché con el alfiler que llevaba oculto.

–¡Aaaayy! ¡Qué dolor!

–¡Dios mío! Tienes una mordedura –era evidente que ni con mi gafas puestas hubiera podido ver tan pequeña punción. También que la gotita de sangre resultaba evidente en aquel glande enorme, circuncidado, en un pollón que auguraba grandes prestaciones para sus potenciales beneficiarias.

–¡Le ha mordido Sara! Y le señalé la polla desnuda, quería que le quedase claro a mi hermana Sara que su sobrino tenía una polla de marca mayor.

Hugo se sumó al grupo y nos ayudó a llevar a Guille a un tumbona bajo una sombrilla. Al parecer ninguno de los tres atinó a subirle el pantalón, aunque mi hermana y mi cuñado estaban más bien incómodos.

–Ya llamo yo al 112.

En realidad marqué el número de Mario Lorenzo, que ya esperaba mi llamada.

–Si os parece, ya pongo el sin manos –una de las reglas de oro si tienes algo que ocultar es simular la máxima transparencia. Yo amagaba oscuros planes para manipular sexualmente a la dulce y por ello odiosa Sara.

–¿Doctor, me oye? ¿A mi sobrino le ha picado una serpiente?

–¿Cómo era el animal? –preguntó un Lorenzo que ya había sido aleccionado de manera previa.

–Casi un metro de agua, color oliváceo marrón, algo amarillenta. Casi un metro de largo –debían de haberse preguntado como yo lo tenía tan claro si no había visto al ...

... animal. Pero todo el mundo estaba demasiado nervioso para pensar de un modo racional.

–¿Cómo era la cabeza? –esperaba que Sara no reconociese el tono de voz como el mismo del médico que la había atacado hacía unos días.

–Triangular, lengua bífida, sin dibujos en las escamas. Así como más marrón.

–Parece un víbora. ¿Dónde le ha picado?

–En su… en su… cosita –hay que parecer recatada, sobre todo.

–¡En su pene! ¡Le ha mordido en la punta del pene! –se desesperó irritado Hugo, mi cuñado, que se había sumado a la urgencia.

–Ay, ay, ay… –parecía que sólo con nombrarlo ya le dolía más. Al menos había intentado tapárselo aunque con ese calibre resultaba un tanto complicado si sólo usaba sus manos y seguía con el bañador por las rodillas.

–Bien. Podría ser grave… No lo traigan al hospital, estamos saturados con la gripe primaveral. Les enviaré por wasap un medicamento con receta. Se lo aplican una vez al día, mejor por la noche, de manera generosa –replicaron desde el teléfono. El doctor Mario Lorenzo se ceñía al guión que habíamos pactado.

–Yo voy a buscar el medicamento, vosotros acostarlo.

Y eso hice. En realidad no fui a la farmacia, sino que estuve tomando una caña tranquilamente en el bar. Mario Lorenzo envió el wasap. “Extensión generosa de la crema por toda la zona afectada durante una semana para reducir la inflamación de manera progresiva. En caso de saltarse alguna sesión habría riesgo de daños en la zona afectada o incluso riesgo grave de parálisis y ...