Mi hermana siempre estuvo más buena que yo
Fecha: 27/08/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: fernan, Fuente: TodoRelatos
... amputación”.
Lo leímos los tres en la cocina, cuando volví. Tal y como tenía previsto nadie pidió el prospecto del tubo de crema que también puse encima de la mesa: “Up Reforced Taurin”. Por suerte, tampoco la receta, porque en realidad no lo necesitaba.
–Pues a mí me ha dicho que no se lo pone, que lo ene muy dolorido.
–Es que está muy afectado, Hugo –le defendía Sara.
–¡Mis cojones! ¡Que se comporte como un hombre!
–Pues debería dársela tú –le propuso Sara, todo candor.
–¡Ni muerto pienso ponerle crema en la polla! ¡Hasta aquí podíamos llegar! Hacedlo vosotras dos.
Y se fue después de levantarse, dejando muy claro que aquello era marrón ajeno a él. Hugo estaba chapado a la antigua. Los hombres no se ocupaban de los cuidados. También, convencido de que si estábamos las dos nada malo podía pasar. ¡Cuán equivocado estaba!
Tras hablarlo un poco más subimos las dos. Habíamos quedado en que sería Sara la que aplicaría el ungüento y que yo llevaría el frasco y aportaría el apoyo moral.
Guille estaba en la cama. Acojonado perdido por la ficción que yo había creado. Nos sentamos cada una a un lado del lecho. Sara con un tejano ceñidísimo y una camiseta blanca tan escotada que permitía dilucidar sin sombra de duda que no llevaba sujetador. Yo, en cambio, había optado por un vestido color coral tan tenue como pegado a mi cuerpo. Nos sentamos cada una en un lado de la cama, con las piernas del enfermo en medio. Como siempre, el primer paso lo tuve que dar ...
... yo: destapé al sobrino de mi hermana y le bajé el pantalón.
–Pero, pero…
–Nada, tranquilo, te daremos un friega y nos vamos…
Desenrosqué el frasco y se lo alargué a Sara:
–Hermanita, ¡Al turrón!
Sara tragó saliva. No sé si por el tamaño y belleza de aquel cimbrel o por el reparo que le producía el procedimiento.
–Bueno, después de todo no pasa nada. Soy tu tía –cómo si justo eso no fuese parte del morbo inherente de la situación.
Metió la mano en el tarro y empezó a frotar aquel pollón, extendiendo bien la crema por arriba.
Guille echó la cabeza hacia atrás. ¿Vergüenza? ¿Gustazo? Empezó a emitir un sonido gutural que parecía el ronroneo de un gato gigante.
–¿Te duele, Guille? ¿Paro?
Por un momento pensé que no iba a decir nada. Sólo parecía seguir arrebolado en sí mismo.
Así que Sara se detuvo.
–Yo creo que ya está bien.
–¡¡¡¡Noooo!!!! –aulló de pronto, con los ojos en blanco– Sigue, tía por favor. No pares, no pares… por el amor de Dios…
–¿Te duele?
–No… sí… algo así…
–Pues paro…
–¡No! ¡No! Más, más…
Siguió pues mi hermana para mi regocijo con el solo de trombón. Me costaba aguantarme la risa. Continuó nuestro sobrino con sus jadeos y respiración agitada. Me preocupaba Sara porque a pesar del pajote en realidad le estaba aplicando al jovenzuelo una crema vasodilatadora con efecto retardante. Sara empezaba a sudar, a dudar… yo me partía por dentro… todavía le iba a dar un calambre…
–¡Jodeeeeeeeeeer! –gritó Guille fuera de ...