1. Ayuda entre hermanas (7)


    Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... he ahí lo peligroso del asunto.
    
    —Diana, no está en ti decidir eso sino en Lola, y tú tienes que respetar su decisión.
    
    —Lo entiendo, pero ese es el punto, Lola es una cobarde — auch, eso me dolió—, porque no sólo está lista, ella DESEA sentir esa vigorosa verga de Gerardo dentro de ella.
    
    Los colores, si es que alguna vez se fueron, invadieron mi rostro de una forma inhumana. Casi me desmayo. Bárbara, mi mami, me miró, evaluándome. Intenté defenderme, desmentirla, contrariarla, pero las palabras simplemente no salieron más que como un patético balbuceo.
    
    —Ya veo… Me parece que conoces muy bien a tu hermana, Diana. Pero bueno, ¿qué propones que hagamos entonces?
    
    Diana fingió (lo sé, porque yo también conozco cómo funciona su enferma y retorcida mente) pensarlo por un par de segundos, pero casi inmediatamente soltó la solución:
    
    —Tenemos que demostrarle que no hay nada que temer — y entonces se giró hacia mí. Y fue raro, porque la mirada con la que me miró no era de burla, como yo esperaba, sino de infinita … ¿empatía? — Cuéntanos, Lola. ¿Qué es lo que te hace sentir insegura de esto?
    
    —Qué? Yo… no… —tomé un respiro, al final, puede que mi hermana tuviera razón a pesar de que la psícóloga en la familia era yo — Pues… para empezar…
    
    Y es patético decirlo, pero de verdad tuve que hacer acopio de toda mi fuerza y valor aquí para expresarme.
    
    —Pfff… me intimida todo. Seguramente Gerardo tiene experiencia y yo… yo sólo me he besado con “esta”— dije, señalando a ...
    ... Diana quien por alguna razón hizo una reverencia como si fuera un cumplido —, me da un poco de pena no saber qué hacer o hacerlo mal. Y, bueno, además… honestamente no creo ser capaz de poder manejar esa… herramienta. Ya sabes, de ninguna manera.
    
    Mi mirada cayó al suelo. Había estado con esas dos mujeres desnuda en incontables ocasiones recientemente, pero nunca me había sentido tan desnuda como hasta ahora.
    
    —Mira, Lola —dijo Bárbara, inclinándose un poco hacia mí, con la voz más suave del mundo—. Nadie nace sabiendo coger. Ni Gerardo, ni Diana, ni yo, ni nadie. El sexo no es una competencia; es comunicación. Es deseo, sí, pero sobre todo es aprender a decir lo que te gusta y lo que no.
    
    —Sí sí sí, eso ya lo sabe, mami, acá el problema es que no se lo cree porque aún no lo experimenta — cortó Diana —. Pero no se preocupen, sé exactamente qué tenemos que hacer.
    
    Bárbara y yo nos quedamos mirando a Diana, como si esperáramos un truco final, el gran cierre de su acto circense. Mi hermana, sin perder el ritmo, se reclinó en la silla y preguntó con la naturalidad de quien pide la hora:
    
    —Mamá, ¿tú conoces a alguien con una verga así de grande?
    
    El corazón me dio un brinco tan brutal que por poco me caigo de la silla, pero mi mamá solo rió bajito, ese tipo de risa que parece querer salir pero la educación la mantiene a raya.
    
    —Bueno, sí —dijo, y el silencio se volvió una telaraña espesa—. Sí, conozco a uno. ¿Por?
    
    Diana chasqueó los dedos, como si acabara de ganar ...
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