1. Ayuda entre hermanas (7)


    Fecha: 25/09/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... en el Uno.
    
    —Vamos a necesitarlo —dijo, triunfal.
    
    Por un momento, no entendí. Luego, el cerebro me hizo el favor de conectar todos los cables. El horror me paralizó.
    
    —Diana, ¿estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo?
    
    Mi hermana se encogió de hombros.
    
    Mamá me miró, buscando en mi cara una señal de protesta, pero yo estaba tan congelada que no podía ni respirar.
    
    —Tienes un punto, —dijo mi madre, por fin—. Pero esto quizá sea demasiado aún para nosotras. Ya las clases han sido bastante raras.
    
    Me miró a los ojos, y por primera vez en la vida sentí que la decisión era mía. Noté que, sin querer, me había empezado a mojar bastante. Entonces lo tuve claro: sí, la idea de tener a mi papá envuelto me aterraba, pero también me excitaba un poco… quizá Diana tenía razón y esa era la mejor práctica que necesitaba.
    
    Respiré hondo. Cerré los ojos.
    
    —La sola idea de que papá esté aquí me da pavor, pero… también me excita un poco.
    
    Mamá ladeó la cabeza, como si no supiera si debía preocuparse o aplaudir la honestidad. Diana, por su parte, sonrió satisfecha, como si acabara de ganar una apuesta interna.
    
    Pasaron unos segundos de silencio.
    
    —Es raro admitirlo —añadí, más para mí que para ellas—, pero sí… creo que funcionaría mejor si él… si está aquí.
    
    —¿Ves, mamá? —terció Diana, triunfal—. No hay drama.
    
    Bárbara dudó un instante más, como si consultara una biblioteca de normas éticas internas y, al ver que ninguna aplicaba, simplemente asintió. Luego, ...
    ... abandonó su lugar y salió del cuarto. Mi hermanita y yo nos quedamos ahí, sin atrevernos a movernos o preguntar, quizá temiendo romper el hechizo.
    
    Sentí que el tiempo se estiraba como chicle.
    
    Se escuchaban ecos de conversación en el pasillo. Diez interminables minutos después, la puerta se abrió. Papá entró, primero con la cabeza asomada —la frente arrugada, las cejas arqueadas en sincero desconcierto— y luego con el resto del cuerpo.
    
    —¿Qué está pasando aquí? —preguntó, más divertido que alarmado.
    
    —Deja de jugar, Nico, ya te he explicado la situación —explicó Bárbara, que le seguía los pasos con una sonrisa. Me sorprendió que ambos se tomaran esto con tanta naturalidad.
    
    —Bien, y ¿cómo procedemos?
    
    —Vamos a hacer esto cuidado, ¿sí? Nada de incomodidades innecesarias—dijo, y se sentó en el borde de la cama—. Nicolás, quítate la ropa.
    
    Papá no dudó mucho. Se quitó la camiseta primero, revelando un torso que, aunque no era de atleta, sí tenía una solidez que me sorprendió. Los bíceps eran firmes, el pecho cubierto de vello oscuro. Diana soltó un silbido bajo.
    
    Papá se quitó los pantalones de chándal, quedándose en boxers. La tela apenas contenía el bulto, y la visión fue tan brutal que sentí cómo me hervía la sangre en las mejillas. Mamá lo miró con una mezcla de orgullo y deseo.
    
    —Wow —murmuró Diana, y de cierta manera yo compartía su emoción.
    
    —Bueno… —titubeó papá—, ¿y ahora?
    
    Mamá, sin perder la calma, tomó el dobladillo de su propia blusa y se la ...
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