La Promesa de Beckett – Capítulo 1 – Isla de noche
Fecha: 29/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30
... polaca de voz ronca, no hablaba mucho, pero a Isla le gustaba así. No tenía amigos. No tenía redes. No tenía nada que no cupiera en su mochila negra. Isla bajó por café. La señora, sentada en su sillón de siempre, no despegó los ojos de la ventana. —¿Durmió bien? —preguntó la señora, sin esperar respuesta. Isla asintió, aunque tenía las ojeras marcadas como cicatrices. A los 19 años, Isla había aprendido a sobrevivir con poco. Con café instantáneo, libros subrayados en los bordes, y pequeños rituales invisibles que nadie más entendía: cerrar la puerta tres veces. No usar espejos de noche. Dormir con los pies hacia la ventana. No rezaba. Pero murmuraba nombres. Como si proteger a los muertos fuera su único trabajo. Los primeros síntomas llegaron en octubre. Primero, la sensación de ser observada. Después, el crujido en la escalera, siempre a las 3:11 a. m. Luego, las llamadas. Sin voz. Solo estática. Y la voz. La primera vez que la oyó, creyó estar dormida. —Preciosa… Un susurro, junto a su oído. Se levantó de golpe, encendió la luz, y no encontró nada. Pero el aire tenía ese olor. Ese que no sabía cómo nombrar. Húmedo, viejo… como madera mojada y ropa guardada por años. Como el olor de la muerte mal cerrada. Durante días intentó ignorarlo. Volvió a escribir en su libreta negra, esa donde anotaba cosas que no quería olvidar: No era un sueño. No tenía cara. La sombra tenía ojos. Beckett mintió. La promesa era mentira. No estoy loca. No estoy loca. No estoy— Una tarde, al ...
... regresar de la tienda, encontró un sobre bajo la puerta. Sin remitente. Dentro: una sola fotografía. Era ella. Isla. En la parada de bus. Sola. Tomada desde lejos, desde un ángulo alto. Detrás, con marcador rojo, una frase: “Nos volveremos a ver.” Esa noche no durmió. Se duchó dos veces. Se sentó en el suelo del baño con una toalla húmeda y un cuchillo en la mano. No por defensa. Por certeza. El metal la mantenía aquí. Aquí. Aquí. Aquí. Al amanecer, bajó a la cocina a preparar café. La señora polaca ya no estaba. Había salido temprano. Isla no encendió la radio, ni miró por la ventana. Fue entonces cuando oyó los pasos. Subiendo. Uno por uno. Muy lentos. Casi ceremoniales. El cuchillo estaba en la habitación. No tuvo tiempo de buscarlo. El corazón le golpeaba la garganta como si quisiera salirse. Entonces… el golpe en la puerta. Ella se quedó inmóvil. Ni respiró. Pero la manija se movió. Una vez. Otra vez. Y luego, se detuvo. Silencio. Al asomarse —minutos, o tal vez horas después—, no había nadie. Solo otro sobre, pegado con cinta. Dentro, otra foto. Su hermana. Lía. Muerta. Pero con los ojos abiertos. Y una palabra escrita en el borde de la imagen, con la misma letra: “Recuérdame.” • Días después, Isla supo dónde vivía Gregory Muñoz. No por casualidad. No por intuición. Porque algo dentro de ella le decía que ya había estado allí. Que esa dirección no era nueva. Que el monstruo había sobrevivido. Y que esta vez, no iba a dejarlo vivo. No fue una revelación repentina. No soñó su ...