LNE (8). La forma del fango
Fecha: 30/09/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos
... una coreografía lenta e intensa. Eduardo golpeaba su tambor, sincronizándose, mientras Marcos e Inés aplaudían. Marisa continuó con su salmodia, que recordaba en su melodía y su baile a “Wuthering Heights” de Kate Bush. En el peor de los sentidos.
—Esto va a terminar en ritual —comentó César a Cristina.
—Con un hombre medio desnudo dándole rienda al tambor y una bailarina pelirroja poseída por el espíritu de los ochenta, ¿qué podría salir mal?
Marisa ascendió en intensidad: su voz quedó suspendida entre lo profundo, lo soprano, y lo desagradable. Los golpes del tambor recordaban a los comanches declarando la guerra a los arapahoes.
Lluvia cerró los ojos, sonrió y se inclinó hacia ellos:
—Esto es convivencia auténtica. Lo que os une ahora, lo que nos une a todos ahora… es sentirnos vivos.
César susurró:
—Tengo la sospecha de que mañana habrá un concurso por ver quién hace la fogata más alineada con la madre Gaia.
Y Cristina asintió, con el pelo rosa brillando en la penumbra.
La fogata trajo un calor extraño, tierno y caótico. Como si la energía telúrica que los alimentase se fuese desvaneciendo, el tambor y la voz de Marisa dieron poco a poco paso al silencio. Lentamente, uno a uno, fueron regresando a sus tiendas. Pero quedaron miradas sin palabra, promesas invisibles y el rumor de una acampada que solo había empezado.
***
La mañana del campamento amaneció con la solemnidad de un funeral por la cobertura, aunque nadie en voz alta había ...
... admitido la tragedia aún. Los rayos del sol se colaban entre los árboles, iluminando un escenario más propio de un reality de supervivencia con guion surrealista que de una tranquila jornada de convivencia escolar.
Cristina, ya despeinada y con un parche de cacao en la mejilla —producto de un accidente nocturno con la bolsa de snacks— mascullaba algo sobre “sobrevivir sin café”. A su lado, César maniobraba con una taza de té de hierbas, que parecía más un experimento de laboratorio con olor a bosque mojado que una bebida reconfortante.
Lluvia había desaparecido misteriosamente al amanecer. Nadie la había visto regresar a la tienda, y eso que las tiendas eran una fila bastante estrecha en la que cada ruido se escuchaba como si fuera un concierto de trap desafinado.
Fue Marcos, el padre nuevo, el que la encontró por casualidad mientras buscaba dónde lograr cobertura, en medio de una maraña de ramas.
Lluvia, completamente desnuda, estaba elaborando una especie de traje rupestre con helechos, en forma de taparrabos natural. Como si fuese lo más normal del mundo, miró a Marcos con cara de “¿qué clase de universo pervertido es este?”.
—Eh… buenas —balbuceó Marcos, incapaz de apartar la mirada sin parecer grosero—. Yo sólo buscaba cobertura…
—Pues suerte con eso —contestó Lluvia, ajustando la hoja como si fuera un improvisado bañador que dejaba muy poco a la imaginación.
Mientras tanto, el grupo intentaba sobrevivir a las actividades programadas, que incluían cosas ...