LNE (8). La forma del fango
Fecha: 30/09/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos
... poética de explicar la botánica —le dijo.
Marcos sonrió, pero no la miró. Además de atender a los niños, estaba ayudando a Eduardo a colocar unos cuencos tibetanos cerca de la zona de meditación. Inés bebió un sorbo de té, ya tibio, de su termo.
—Me gusta tu actitud—añadió él de pronto, girándose—. Y tu sentido común. Aquí hace falta más tierra y menos incienso.
Inés se sintió sonreír. Pero en ese momento, Lluvia entró al claro y se tropezó y Marcos corrió a sostenerla como si estuviera salvando una planta en peligro de extinción.
—Ay... me he torcido in chakra —dijo la joven tutora, entre risas.
—No existe el chakra perineal —murmuró Inés, tragando el último trago de té con dignidad.
***
César, por su parte, se había alejado con Cristina hacia una ladera donde se oía menos a Luis tocando el didgeridoo con convicción pero sin ritmo.
—Lo haces a propósito —dijo César—. Ese rollito de “yo paso de todo” mientras desmontas una navaja suiza con los dientes.
—Tú también tienes lo tuyo, Casanova de pacotilla —dijo Cristina, abriendo una lata de cerveza.
Rieron, y se sentaron uno junto al otro, compartiendo la bebida entre un silencio extraño. Cómodo. Como si los dos estuvieran menos cansados de fingir con el otro.
—¿Cómo hemos terminado así? —preguntó él.
-¿En el bosque? Porque Lluvia sería capaz de convenceros de hacer natación entre pirañas untados con tripas de pescado.
-No, joder, quiero decir tú y yo…
—Porque tienes cara de inocente y ...
... yo de problema. Somos la sinopsis de una telenovela barata.
—¿Y si no fuera barata?
—Entonces sería francesa.
Cristina se acercó y le dio un beso breve. Uno que tenía sabor a ironía, pasado compartido, y un poco a cerveza de supermercado.
—Te aviso —susurró—, esto es un excepción. Luego vuelvo a ser yo. Y lo nuestro, lo que sea que tengamos, un secreto.
—Vale. Pero si hay escena postcréditos, me apunto.
Se quedaron en silencio un rato, bebiendo a sorbos la cerveza. Desde el claro, Marisa observaba. Y cuando vio que se separaban riendo, fingió que no le importaba. Fingió tan fuerte que se le cayó la infusión encima y dijo “¡Estoy bien!” con voz de corcho quemado.
***
La noche había caído sobre el campamento como una manta ligeramente húmeda, pero el centro estaba iluminado por un montón de velas led que titilaban como las de verdad. Al fondo, Luis ajustaba su poncho de lana de alpaca mientras tocaba un cuenco tibetano con tanta devoción como falta de oído. La vibración era menos “sanadora” y más “¿alguien está golpeando una paellera?”.
—Bienvenidos al viaje hacia vuestro yo interior —anunció Lluvia, sentada sobre una esterilla de corcho reciclado—. Esta meditación conectará nuestros siete chacras principales, aunque si alguno se os ha perdido por el camino, no os preocupéis: tenemos velas.
César se colocó al lado de Inés, quien intentaba mantener una expresión neutra mientras se sentaba con las piernas cruzadas y el ceño levemente fruncido.
—¿No ...