Úrsula - Relatos Eróticos

Úrsula

... en el comedor privado. Vas a servirles el vino. No te cambies. Así vestida, está bien.

Llevaba el atuendo “normal” de sirvienta: falda plisada marrón claro, corpiño de tela marrón oscura y camisa blanca. Entro nerviosa en el salón con la bandeja de plata, una gran jarra llena de vino y dos copas doradas adornadas con predrería. El utillero en la puerta del cuarto, incluyó también un pequeño vaso de vidrio vacío.

Ellos están sentados frente a frente, a ambos lados de la mesa. Se miran fijamente, hablaban pero callan al verme entrar, sonríen. Yo coloco la bandeja en la mesita auxiliar. Les sirvo las dos copas. Por dentro estoy temblando pero intento que no se me note.

Ellos beben y comienzan a hablar de nuevo. Al rato comen y beben como si yo no estuviera presente. Yo relleno las copas cada vez que están vacías. Tengo que salir a rellenar la jarra. Continúan…

Salgo a rellenar la jarra una segunda vez… Ya están terminando pero tienen que tener siempre la copa llena. Al entrar con la jarra llena, la baronesa se dirige a mí:

Llena el vaso y siéntate conmigo a beber.

…

Venga, no seas tímida!!!

Obedezco con miedo. Mojo los labios con el vino. La mujer me da un poco de comida. La acepto… Tengo hambre. Cuando termino la ración que me ha dado, la mujer vuelve a hablar:

Ahora quiero que me demuestres por qué mi prometido te aprecia tanto.

Mientras lo dice, el conde se baja calzas y calzones y, desnudo de cintura para abajo, se sienta en una silla de madera ...

... al lado de la mesa.

Venga, sin miedo… Él dice que tu boca es prodigiosa.

Sé lo que quieren… lo he hecho muchas veces. Mirando hacia el conde comienzo a desnudarme. Me quito el corpiño contoneándose al ritmo de una música imaginaria, no dejo de mirarlo y de insinuarme con los labios. Al quitarme la camisa, me acaricio los pezones y continúo con la ceremonia de la provocación. Dejo caer la ropa al suelo sin más. Me quito falda y enagua… acaricio mi entrepierna y acompaño el gesto con un par de gemidos.

Una vez estoy descalza y completamente desnuda me arrodillo delante del conde sentado. Acaricio su miembro erecto y duro como un palo. Acercándome mucho a él, coloco el miembro entre mis senos. Con un ligero movimiento de las manos froto el miembro entre mis tetas. Sigo mirándolo fijamente y sonriendo. Veo su mirada perdida, oigo sus suspiros, su respiración jadeante, noto el miembro cada vez más duro.

Noto que está a punto de eyacular. Aparto mis senos y sujeto el miembro firmemente con las manos. Acerco la boca y comienzo a lamerlo y a empaparlo de saliva. Poco a poco introduzco el miembro entero en la boca. Avanzo introduciéndolo hasta mi garganta… Retrocedo acariciando su piel con los labios hasta llegar al glande.

Sigo, sigo… Cada vez más rápido hasta que el miembro expulsa el líquido blanco, de forma incontrolable, casi como un vómito. Trago todo… limpio los restos con mi lengua.

La baronesa se acerca a la silla mientras dice:

Muy bien… ahora me toca a ...