1. Ciudad Caliente (1)


    Fecha: 18/12/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... usaba cuando quería ahuyentar los pensamientos tristes.
    
    La ausencia de Alfonso flotaba sobre todo el proceso de preparación, un vacío tan grande que incluso las luces parpadeantes parecían acentuarlas. Había dicho que tendría que quedarse en la fábrica hasta tarde, inventario de último minuto. Isabel no preguntó más. Se limitó a limpiar la casa y a esperar, como siempre.
    
    A eso de las ocho, los primeros vecinos empezaron a asomar la cabeza por la puerta entornada. Una mujer menuda, de pelo teñido con el optimismo de la juventud perdida, entró con un tapper lleno de gelatina y una sonrisa fosforescente. Le siguieron un tipo flaco con las manos de carnicero, dos niños con jerseys idénticos, y una anciana que no dejó de mirar a Constanza con los ojos bien abiertos, como si adivinara en ella algún secreto escandaloso.
    
    El departamento se fue llenando de gente y de un rumor creciente de risas, vasos tintineando y el calor de los cuerpos aplastados en el espacio reducido. La mayoría de los adultos se instaló en la sala, mientras los chicos menores invadían el balcón.
    
    Isabel, al principio nerviosa, aceptó la primera copa de vino con la sonrisa tensa de quien teme decir algo fuera de lugar. Pero la segunda copa—y la tercera—le aflojaron los músculos, y para la cuarta ya reía con los chistes de la vecina teñida, y hasta se permitió contar un par de anécdotas escabrosas de la mudanza.
    
    Constanza, mientras tanto, se refugió en el rincón menos iluminado de la sala, el ...
    ... celular como única armadura contra la avalancha de caras desconocidas. Cada tanto, recibía miradas furtivas de los hombres, algunas abiertas, otras disfrazadas de simple curiosidad. Ella contestaba siempre con una mueca o un bostezo fingido.
    
    A las nueve y media, la puerta vibró con una nueva oleada de timbrazos. Diego y Matías corrieron a abrir, y en el umbral estaban Aldo, Marcos y Santiago: los tres vestidos con jeans oscuros, camisas abiertas y esa pose arrogante de quienes saben que dominan el espacio apenas lo pisan.
    
    —¡Entren, entren! —chilló Diego, visiblemente excitado por la presencia de los mayores.
    
    Aldo cruzó el umbral con la parsimonia de un rey destronado. Saludó a Isabel con un beso en la mejilla, el contacto prolongado un microsegundo más de lo necesario.
    
    —Gracias por la invitación, señora —dijo, con la voz baja y cortés, modulada para que resonara sobre el bullicio.
    
    —Por favor, la casa es de ustedes —dijo Isabel, devolviendo el beso — Pero por favor, nada de señora. Soy Isabel para ustedes.
    
    Detrás, Marcos y Santiago saludaron con más timidez. Traían bajo el brazo una bolsa con cervezas y una caja de pizzas, la aportación al ritual de bienvenida.
    
    La entrada de los tres alteró de inmediato el clima del departamento. Los gemelos, que hasta ese momento se habían dedicado a fastidiar a los niños menores, quedaron hipnotizados por la presencia de los visitantes. Aldo los saludó con puños cerrados y palabras de complicidad adulta. Marcos y Santiago se ...
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