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Albast.Capítulo 27
Fecha: 30/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Alex Blame, Fuente: TodoRelatos
... camión. —Todo en orden —respondió ella llevando un portafolios lleno hasta arriba de papeles en el regazo. —Tienes sangre en la cara. —No es mía. —replicó ella con una sonrisa, limpiándosela con la mano. Los últimos hombres llegaron a los camiones, llevando consigo los heridos y los cadáveres del comando y de Marcus. Simmons recorrió el convoy para asegurarse de que estaba todo listo y tras comprobar que habían cargado todas las mantas que habían podido encontrar y subirse al primer camión, detrás de la Kettendrad de Dantry, dio la orden de marcha. A pesar de ya estar en movimiento, todos pudieron percibir como la meseta sobre la que se asentaba el castillo, se conmovía por las explosiones. Antes de salir por el arco de la puerta, Douglas pudo ver como una de las torres volaba por los aires en medio de una nube de polvo. Un minuto después una nueva salva de explosiones hizo que el edificio principal se derrumbase en un mar de llamas. Hilde, a su lado, miró las ruinas ardientes, con la mente aun embotada entre los brazos de Lotte, que no dejaba de susurrarle palabras de consuelo. En cuanto recogieron a los hombres de la garita de vigilancia, apretaron el acelerador a fondo. Tenían que atravesar Kuften lo antes posible. En cuanto entró en el ascensor la rabia lo cegaba de nuevo. Dentro de aquella caja que le recordaba al lugar donde le habían envenenado y torturado sintió crecer su rabia. Cuando la puerta se abrió salió como una exhalación y se lanzó ...
... contra una docena de soldados que estaban esperando para cogerlo. No tuvieron ninguna oportunidad. Se lanzó sobre el primero y le desventró con sus garras, mientras con los dientes arrancaba la mitad del cuello del que estaba a su lado. Los soldados restantes intentaron sacar las armas, pero cargó inmediatamente sobre ellos, desparramándolos por el suelo del pasillo y allí fueron presas fáciles. Cuando terminó, el pasillo parecía una carnicería, pero aun no había saciado su sed de sangre. Recorrió todos los pasillos de aquella mina buscando cualquier ser viviente, acabando con todos sin excepción. Sin dejar de experimentar aquella furia incontenible, se internó cada vez más en la oscuridad. Los túneles se hicieron cada vez más estrechos y las paredes, perfectamente desbastadas, dieron lugar a pasajes cada vez más estrechos y toscamente labrados. Finalmente se dio cuenta de que ya no había nadie más a quien matar y se paró en una encrucijada un momento para pensar. Fue entonces cuando el mutante percibió una leve brisa que provenía del túnel de la derecha. Llevado por el instinto, el mutante se internó en él. Pronto el túnel empezó a subir. El engendro lo siguió y tras unos minutos sintió una trepidación, seguida del ruido de una explosión. No sabía lo que pasaba, pero instintivamente empezó a correr con todas sus fuerzas a cuatro patas utilizando las garras para evitar resbalar en aquel terreno empinado y cubierto de tierra suelta. Una oleada de calor le asaltó justo ...