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Albast.Capítulo 27
Fecha: 30/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Alex Blame, Fuente: TodoRelatos
... cargados de hombres y armas. El pueblo de Kuften estaba en la intersección entre dos valles. La carretera bajaba desde Iglsburg siguiendo el cauce del río llner en sus vueltas y revueltas, para desembocar justo por encima del pueblo. A unos seiscientos metros del Kuften y ciento cincuenta metros sobre él, el valle se abría y tenían una amplia panorámica del pueblo y las tres carreteras que se cruzaban al sur. En cuanto giró la vista hacia allí, vio las luces de un pequeño convoy de camiones a punto de llegar al cruce. —¡Ahí están! —dijo Wust al conductor del kubelwagen — Rápido... Sus órdenes quedaron ensordecidas por el sonido de una sirena que reverberó en todo el valle. Dos minutos después el familiar ronroneo de los cuatrimotores, volando sobre sus cabezas, le obligó a levantar la vista. ¿Qué coños hacían allí? Entonces lo vio claro. Cogiendo el volante con una mano, obligó chofer a parar el vehículo en la cuneta y a tirarse en el suelo. Los conductores de los camiones no lo entendieron y rodeando el pequeño vehículo siguieron adelante; tenían órdenes. Cuando el Gruppenführer reaccionó y se levantó para intentar avisarlos, las primeras bombas comenzaron a caer obligándole a echar cuerpo a tierra. Los camiones desaparecieron en el medio de las explosiones. Se sentó impotente para ver cómo uno de sus vehículos era proyectado veinte metros por el aire como si fuese un juguete de hojalata. Lo vio caer al suelo totalmente desanimado. Sabía que los ingleses habían ...
... ganado la partida. —Perro Sifilítico, aquí Agujero Negro. Responda. —aquello no le gustaba nada. Después de bombardear aquel puto pueblo en el quinto pino, tuvo que estar un cuarto de hora dando vueltas alrededor del punto de encuentro. ¿Cuánto más tendría que esperar? — Perro Sifilítico, aquí Agujero Negro, responda, por favor. —Agujero Negro, aquí Perro Sifilítico. Contacto en las coordenadas seis dos seis kilo, en cinco minutos a trescientos veinte grados. Cambio. —¿Se puede saber qué hacemos aquí? Cambio. —Te vas a morir de risa, tío. —el sonido irónico de la voz de su interlocutor le hizo a Hipper temerse lo peor. —Desembucha. —le instó Hipper al comandante de la otra aeronave. —Tenemos que recoger una carga en un aeródromo a veinte kilómetros de aquí. Cambio. —No me jodas... —Kristy, Capitán Kristy de la 7ª Ala de Transporte, encantado de conocerle Capitán Hipper. —Aquí no hay ningún aeropuerto, de hecho, no hay ni siquiera un sitio los suficientemente llano para jugar un puto partido de Cricket. Cambio. —dijo revisando el mapa mientras su copiloto tomaba los mandos. —A treinta kilómetros al este de Kuften. Cambio. Hipper inspeccionó el mapa y lo encontró. Un estrecho pasillo de dos mil trescientos metros de longitud rodeado por árboles en tres de sus lados y por un lago alpino en el cuarto. —Un antiguo aeródromo de planeadores. Ahí se entrenaron la mitad de los pilotos de caza de la Luftwaffe antes de la guerra. Allí recogeremos un ...