1. Albast.Capítulo 27


    Fecha: 30/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Alex Blame, Fuente: TodoRelatos

    ... verla. ¿Me la enseñarás?
    
    El soldado suspiró y se quitó los tirantes, dejando que los pantalones cayeran al suelo. En cuestión de segundos, los calzoncillos les siguieron y la polla de Otto lució erecta en todo su esplendor. Lotte no fingía, aquella polla era grande, más incluso que la de Marcus. La cogió entre sus manos y la tanteó antes de acercarla a su boca y darle un suave lametón. Aquel hombretón de casi dos metros, tembló como la gelatina. Lotte cerró los ojos e imaginando que era la polla de Marcus, se la metió en la boca mientras se masturbaba con la mano libre.
    
    El sabor acre del sexo inundó su boca. Ella lo ignoró y chupó con suavidad, metiéndose la polla lenta y profundamente en su boca, haciendo que el soldado se estremeciera de placer. Un ronco gemido le indicó que estaba todo preparado. Con un último chupetón se irguió y con la falda aun arremangada y uno de los pechos asomando por la abertura de su blusa, le indicó que se sentara en la cama.
    
    —¿Quieres que sea tu femme fatale? —preguntó ella arremangándose la falda hasta la cintura y apartando las bragas, para poder meterse el dedo en el coño con un gemido.
    
    —¡Sí! —respondió el soldado, babeando de placer.
    
    Sin apartar los ojos de él se acercó al escritorio y cogió las esposas. El hombre la miró confundido.
    
    —Siéntate de espaldas al cabecero. —le ordenó.
    
    El soldado aceptó y ella se acercó a la cama contoneándose. Justo frente a él se sacó las bragas y le enseño la mancha de humedad.
    
    —Las ...
    ... manos arriba. —le pidió de nuevo sentándose a horcajadas sobre la polla del soldado y cuando este obedeció le metió las bragas en la boca.
    
    —Mmm, no puedo esperar a tenerla dentro de mí —dijo restregándose— Pero si lo deseas, tiene un precio. —le mostró las esposas.
    
    El hombre asintió levemente mostrándole las manos. ella cerró una de las esposas en una de las muñecas paso la cadena tras el cabecero y luego la cerró en la otra.
    
    —Buen chico. —le acarició la cara y le dio suave cachete— Estaría encantada de follarte, pero ahora tengo cosas que hacer.
    
    Sin dejarle reaccionar, se apartó de él y salió de la cama. Al lado del sofá, seguían los pantalones con el llavero en una de las trabillas del pantalón del uniforme.
    
    —¿Pero que coños? —acertó a decir el hombre aun con las bragas de Lotte en la boca.
    
    —Lo siento cielo, pero ahora estoy muy ocupada. Quizás más tarde. Puedes quedarte las bragas.
    
    Tras abotonarse la camisa, salió de la sala de guardia y cerró la puerta con llave. Atrás quedaba el soldado nazi, cubriéndola de insultos, sin sospechar que probablemente le estaba salvando la vida.
    
    Miró el reloj, para bien o para mal, los ingleses ya deberían estar arriba. Se dirigió rápidamente a las celdas y sacó de ellas a los prisioneros judíos. Estaban en tal estado de estupor, que no le costó reunirlos y dirigirlos a los ascensores. Esperaba que los ingleses tuviesen un plan para sacarlos de aquel lugar.
    
    La puerta de entrada del castillo estaba abierta. Justo al ...
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